martes, 1 de noviembre de 2011

Alguna vez...


Alguna vez has experimentado esa sensación en la que hasta tu propio organismo te dificulta el hecho de poder respirar. En la que pase lo que pase a tu alrededor no te afectara. Tan acostumbrada a caer que el hoyo es igual de cómodo que mi cama. Ya solo me rio de lo idiota que soy, y en cierto modo me alegro, porque es de lo único que me rio con sinceridad. Pueda que me precipite, pero podría decir que mi corazón está en coma; para que me voy a preocupar por personas que lo único que hacen es mirar por sí mismos, la gente solo se interesa por los demás cuando puede sacar algo de ellos, mientras tanto son simplemente gente que te rodea; y cuando tienen un problema tienes que estar ahí y tienes que hacer lo que quiera cada uno en su momento, como si lo único que importase fueran sus propios problemas, tal vez se sorprenderían de lo que la otra persona tiene a sus espaldas, y el enorme esfuerzo que hacen por estar ahí para que encima se lo exijas o estés mal porque viva su vida y no esté pendiente de la tuya. La respuesta de antes a todas estas cosas era por el simple hecho de tratar a las demás personas como quiero que me traten a mí, de ser capaces de salir cinco minutos de su mundo para entrar en el de los demás, de saber que puedo tener a alguien ahí siempre, se saber que puedo hablar de cosas que de verdad me importan; ponía mi corazón en cada una de esas cosas en cada pequeño detalle, y eso me llevo a muchos de mis disgustos pero también a una felicidad plena… Pero ahora no veo ningún motivo por el cual hacer esas cosas; si, puede que las siga haciendo, pero no será lo mismo, las hare porque no puedo ser de otra manera, pero no pondré en corazón en cada cosa que haga, porque está pidiendo a gritos ser querido y ser tratado de la misma manera, y puesto que no lo encuentra (en un 95% de las relaciones) prefiere estar estático o como he dicho antes, en coma. Puedo contar con los dedos de una mano las verdaderas relaciones, mejor dicho personas, que tengo en estos momentos en mi vida. Hace poco tiempo, volví a experimentar como era la sensación de llorar tranquilamente, sin miedo a que alguien te escuche; llorar hasta el punto de que te duela, de derramar en cada lágrima un cachito de mi corazón. Si, suena triste, pero suena más triste aún el hecho de no tener ganas de sentir nada, creo que en estos momentos la muerte de alguien querido seria lo único que le faltaría a mi corazón para permanecer paralizado. Y aun así, hacer muchas veces el idiota para sacar una simple sonrisa de los que me rodean, y hacer el mayor esfuerzo por levantarme a mí misma, por no quedarme dormida en mi nueva cama, por no acostumbrarme, porque dormí en una cama mejor… Siempre supe que enfrentarme a los demás no iba a ser un trabajo fácil, pero me resulta aún más difícil el hecho de tener que enfrentarme a mí misma.  Como dice la canción, ¿Dónde irás cuando no quede nadie que te salve de ti mismo? Siempre he tenido a alguien que me hiciera ver el problema desde distintos ángulos o incluso los he pensado yo, pero ahora mismo me da igual todo; no hay nadie que me salve de mi misma, no por el hecho de que no tenga a nadie, sino porque para que salvarme… Ya no espero nada de nadie, porque hasta las personas que más cercanas tienes o que ocupan un papel importante no solo en tu vida sino en tu corazón, te clavan el cuchillo por la espalda; asique por esa razón decidí , como no, no esperar nada, así toda cosa que se salga de lo común, será normal, y todo lo que sea normal, no se saldrá fuera de lo común… Termino diciendo que las palabras se las lleva el viento y que los actos permanecen en el corazón, pero para ello tendré que darle tiempo al tiempo.

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